Primera semana de mayo
New York
Lance
Llevo días detrás de Hanz Zimmer, mi antiguo jefe; por fin consigo hablar con él. Me cuenta que su socio huyó con parte del dinero y lo dejó con deudas que lo están asfixiando. Promete avisarme en cuanto tenga cualquier pista sobre su paradero. Esa noticia no calma del todo la sangre en las venas, pero me permite respirar un poco.
Hoy acompañé a Karina al chequeo semanal con Greg. La sala de ecografías olía a gel y a jabón clínico; y por primera vez escuchábamos los latidos del bebé, algo se me rompió de ternura en el pecho. Karina tenía los ojos cristalinos; su mano buscaba la mía en la camilla, temblando por la emoción y por las náuseas que la hacían más sensible. Entonces decidí regalarle algo que nunca hicimos: un vuelo en el hangar, un rato para nosotros antes de que el mundo nos devuelva su ruido. Y ahora manejo hasta el aeropuerto pequeño; el sol cae cálido sobre el fuselaje mientras aparco junto a los hangares.
—Amor, ¿adónde me piensas lle