Los gritos que se elevaban en la mansión Bach le estaban provocando jaqueca no solamente a Kimberly, sino también a Lucero, Dylan y Liam se embarcaban en una discusión que parecía no tener fin, donde ambos pedían la cabeza de Adrián, y donde Lucero seguía imponiendo su voluntad, una negativa rotunda, que a ninguno de los dos le estaba gustando, hasta que un disparo resonó en el lugar, trayendo consigo el silencio de todos.
—Por un demonio Neri, si vas a disparar aquí adentro, por lo menos trata de no hacerlo sobre las pinturas de colección. —se quejó Kimberly al ver su Picasso arruinado.
—Lo siento, pero Lucero está hablando, y no la están escuchando. —se limitó a decir el ruso mientras guardaba su arma.
—Gracias, amigo. —Eros simplemente puso los ojos en blanco, él también hubiese podido disparar, era diestro en el uso de armas, pero claro, el único que podía ingresar con un arma a la mansión Bach, además de los custodios, eran Neri Neizan.
—Lo qué haremos, será ir por Adrián y… —el