Capítulo — La Voz de Alma
La mañana en Punta del Este amanecía lenta, con el mar rompiendo contra las piedras y un viento fresco que hacía bailar las cortinas del cuarto de las chicas. Brisa estaba sentada en la cama, con el celular en la mano, repasando una y otra vez la llamada de la madrugada. No podía sacarse de la cabeza esa palabra que volvía como un eco prohibido: Castiglioni.
No pudo más. Buscó a Alma en la cocina. La encontró preparando café, con su calma habitual. Alma levantó la vista y enseguida lo notó.
—Brisa… ¿qué pasó? Tenés esa cara de que algo fuerte te anda dando vueltas.
Brisa se mordió el labio y se sentó frente a ella.
—Me llamó Sergio anoche. O mejor dicho, de madrugada. Estaba raro, emocionado. Me dijo que lo llamaron desde … el bar donde pasó todo.
Los ojos de Alma se abrieron con sorpresa.
—¿Del bar? ¿Después de tanto tiempo?
—Sí —asintió Brisa, bajando la voz como si fuera un secreto—. Están buscando a alguien… un Alejandro Castiglioni.
El silencio cayó pesa