Capítulo — Ecos de un Nombre
Julia estaba sentada en la sala de la casa de su papá en Montevideo, con los brazos cruzados sobre su panza. Guillermo la miraba desde el sillón, con esa mezcla de ternura y orgullo que solo un padre podía tener. Ella respiró hondo y lo dijo sin rodeos:
—Papá, quiero buscar al papá de mi hijo. —Luego, acariciando su vientre, agregó en un murmullo—: No te preocupes, mi amor… estamos "buscando a papá."
El silencio cayó como un peso entre ellos, pero Guillermo no titubeó.
—Está bien, hija. Entonces empecemos.
Sacó su libreta de contactos, aquella que había guardado durante años de congresos médicos y viajes. Con su tono firme, propuso:
—La primera pista es la discoteca de Ibiza. Vamos a llamar a la jefatura de policía para preguntar por esa noche. Algún registro debe haber.
Julia apretó los labios, ansiosa. Guillermo tomó el teléfono y, con su acento uruguayo marcado, pidió hablar con el encargado.
—Buenas tardes, doctor Medina, desde Montevideo. Ne