Capítulo — Dos Despedidas, Un Solo Corazón
La casa de Sol estaba llena de voces, risas y aromas dulces. El clima carioca parecía haberse aliado con la alegría: las ventanas abiertas dejaban entrar una brisa cálida que arrastraba olor a jazmines del jardín, mezclado con el perfume de las tortas que reposaban en la mesa. Habían llegado todas las chicas de Uruguay: Anahír, Alejandra, Elsa, Jazmín, Sofía y, por supuesto, Ana, la madre de Bruno, que no se perdería ese momento por nada del mundo. También había tías y primas que habían viajado especialmente. Era una reunión donde las generaciones se entrelazaban, y donde el amor, más que la etiqueta, marcaba el protocolo.
Los bebés se repartían entre brazos, cochecitos y mantitas en el suelo. Martín dormía plácidamente en brazos de Elsa, mientras Alexia, con un lazo rosa gigante en la cabeza, parecía observar el mundo desde su cochecito como si ya entendiera que ese día era especial. Brisa y Alma, las gemelas de Anahír y Nicolás, correteaba