Capítulo – Donde Nacen los Sueños
La tarde comenzaba a teñirse de ese dorado suave que anuncia los momentos que se recordarán toda la vida.
Damián salió de su consultorio más temprano de lo habitual, con una sonrisa cómplice dibujada en el rostro y una misión muy clara. Pasó a buscar a Alejandro al jardín, como lo hacía cada vez que su agenda y su corazón se lo permitían.
El niño lo abrazó con esa intensidad de los vínculos verdaderos.
—¿A dónde vamos hoy, papi Damián?
—Hoy tenés una misión muy importante, Ale —le guiñó un ojo—. Vamos a buscar un regalo especial para mamá.
—¿Un juguete?
—Mejor aún… Vamos a buscar un anillo.
Alejandro se quedó boquiabierto.
—¿Como los de las princesas?
—Más o menos. Pero este no es solo un anillo, es un símbolo. Es para pedirle a mamá que sea mi compañera para siempre. Que se case conmigo.
El niño abrió los ojos como si hubiera visto magia.
—¡¿Y puedo ayudarte a elegirlo?!
—Claro que sí. ¿Quién mejor que su pequeño guardián?
Caminaron por la calle prin