Capítulo – La mesa de los elegidos

La casa de los Martínez vibraba con alegría esa noche.

Luces cálidas iluminaban la mesa larga decorada con mantel blanco, flores frescas y platos caseros. El perfume de la carne al horno y las risas entre brindis llenaban cada rincón. Se celebraba algo más que un título: la fortaleza, el renacer y la esperanza de Alejandra Martínez.

Ella, con un vestido liviano color crema y el cabello recogido con sencillez, brillaba como nunca. A su lado, como un faro silencioso y firme, estaba Damián.

Pero esa noche no era solo él quien la acompañaba.

Elsa, su madre, había aceptado con emoción la invitación que Alejandra le había hecho dos días antes.

—¿Usted vendría… a cenar con nosotros cuando me reciba? —le había preguntado Ale, con voz suave y una mezcla de timidez y cariño.

Elsa la miró con esos ojos oscuros llenos de historia y ternura, y la abrazó.

—Sería un honor, hija. Un verdadero honor.

Y ahí estaba, esa noche, sentada al lado de su hijo, elegante y hum