11:20 hs. - Salomé.
—Arriba, dormilona.
—Un ratito más...
Me di la vuelta sobre mí misma y estiré mi mano a ciegas para intentar coger el despertador de mi mesita de luz.
—Son las once y veinte...
Dejé caer la mano y volví a darme la vuelta con el claro objetivo de seguir durmiendo. Entonces siento una mano de considerables dimensiones apartarme el pelo de la cara, para acto seguido escuchar una tierna voz en mi oído volviéndome a decir que me levantara.
—Dale, mi amor, que ya dormiste un montón.
A medida que me iba espabilando, mi mente iba procesando lentamente las palabras que salían de la boca de mi amigo y también iba trayéndome al presente las imágenes de todo lo que había pasado la noche anterior. No obstante, el lado aún dormido seguía dominando gran parte de mí y, quizás, fue por eso por lo que atraje la cara de Fernando para darle un suave piquito en los labios. Piquito que, poco a poco, se fue transf