Capítulo treinta y cuatro
Enfrente de Freire, sentado en ese despacho improvisado, estaba Martin, más conocido como el profesor de gimnasia. Lo había hecho ir a su despacho, no para interrogarlo, ya que no había nada en contra de él. Chari había visto un coche y Martín no conducía, además el día del asesinato, él no se encontraba en el pueblo, estaba en la capital. Freire había solicitado información en el hotel, confirmaron el uso de la habitación y el recepcionista reconoció la imagen que se le mostró con otras similares.

— Han tardado en llamarme — lo observaba de arriba abajo.

— No había necesidad de hacerlo antes — Freire observó aquel hombre alto, entrado en años. Era como muchos otros atletas venidos a menos, había dejado de hacer ejercicio, su cuerpo se había llenado de grasa y las pieles colgaban a causa de su peso —. Quería que viera esto — le mostró los partes de asistencia.

— ¿Qué es? — agarró los papeles y los observó por encima.

— Son los partes de asistencia de este año — Freire había señalado un
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