Mundo ficciónIniciar sesiónAmanda
Despierto por los rayos solares que se cuelan a través de mi ventana. Como todos los días medito en mi cama antes de levantarme, me estiro para calentar cada músculo de mi hermoso cuerpo. Pensaran que soy muy vanidosa, pero ¿a qué mujer no le encanta ser así?
Hoy en particular no quisiera ir a la universidad, pero recuerdo que dios me hizo demasiado bella, pero no millonaria y es donde regreso a la realidad de la pobreza.
Entro al baño y me doy una ducha rápida, al salir me coloco un un enterizo color palo rosa junto a mis zapatillas negras,dejo mi cabello suelto y me aplico un poco de maquillaje y mirándome al espejo me encanta lo que refleja.
Cuando estoy lista voy directo a la cocina, abro la nevera para servirme un vaso de leche. Reconozco que soy un poco perezosa, pero cuando me lo propongo a preparar comidas deliciosas.
Agarro mi bolso y salgo directo al estacionamiento en busca de mi auto para emprender el camino rumbo a la universidad.
Al llegar empiezo a explorar el área, necesito conseguir un puesto para aparcar mi auto. Cuando ya tengo en la mira el sitio perfecto giro el volante para meter el auto de culazo, pero mi alegría se vienen al piso cuando de la nada aparece un deportivo y se estaciona en el lugar donde tenía pensado hacerlo «Maldita sea mi suerte ahora tengo que buscar otro lugar donde poder estacionar, estoy sobre la hora y no quiero llegar tarde»
Puta vida cuando más apurado estás es cuando se te presentan obstáculos que te hacen perder la paciencia, el tiempo y dañar los planes que tenías programados. Me quedo esperando un momento porque quiero saber quien fue el osado en arrebatar mi lugar.
Mis ojos se abren como platos al darme cuenta de la gran escultura que sale del auto. Es un hombre tan malditamente guapo, creo que sus padres tuvieron que ser reposteros para crear a semejante bombón. Como quisiera ser pantalón para abrazarme a esas piernas.
Aparco el auto en el primer espacio que veo y sin más que pensar bajo y corro en dirección al aula donde veré la clase de arte. No les había mencionado esto antes, pues pensaba que no era algo de gran importancia, pero creo que sería buena idea que sepan que estudio artes plásticas, más adelante se van a dar cuenta el motivo de la explicación.
Camino a grandes zancadas para llegar antes de que cierren la puerta, y en realidad creo que hoy no es mi día. La puerta del aula se encuentra cerrada y espero no me resuciten a mi generación por llegar tarde.
No se quien será el nuevo profesor, solo espero que no sea amargado como el viejo panzón que teníamos antes. Cuento hasta el 20 y me armo de valor para tocar la puerta. Tres toques y espero a que me den respuesta pero no pasa nada. Nuevamente doy tres toques más y esta vez lo hago un poco más fuerte por si no escucharon los anteriores.
Cuando estoy por tirar la toalla y giro para sentarme en los bancos escucho que la puerta se abre tras de mí. Giro sobre mis pies para ver quien abrió la puerta y para mi gran sorpresa es él, el bombón exótico del estacionamiento.
Me quedo petrificada y no doy para dar un paso más, el papasito del profesor se me queda viendo en espera de que yo diga o haga algo. No puedo articular palabra, pero les puedo asegurar que mis bragas se encuentran tan humectadas que sirven de lubricante.
—¿Forma usted parte de este grupo? —pregunta dudoso mientras enarca una ceja.
—Eh…, sip…, digo si soy parte de este grupo. —respondo con voz entrecortada—. Disculpe por llegar un poco tarde.
—¿Un poco? se han pasado 15 minutos señorita. —responde tajante en lo que ve verifica la hora en su reloj. —Por esta vez lo dejo pasar, pero sepa que no me gustan las personas irresponsables.
Me habla con un tono de voz que hace que cada milímetro de mi ser se estremezca sin poder controlar el tsunami de emociones que estoy experimentando en este jodido momento.
Lo único que puedo responder es con un asentimiento de cabeza y él me da paso para que pase y pueda proseguir con la clase.
No encuentro palabras para explicar la vergüenza que siento en este momento. Mi rostro debe ser un poema porque Emma mi compañera me queda viendo con asombro y puedo notar la sonrisa burlona que se empieza a formar en su rostro.
—Como les decía mi nombre es Santiago y seré su nuevo profesor de artes plásticas por lo que resta de semestre. —explica caminando de un lado a otro—. Espero que les quede claro que me encanta aprovechar cada segundo de la clase, no me gustan las personas que no se toman el estudio con responsabilidad. Por eso pido que estén 10 minutos antes de iniciar la clase y así de esta manera evitamos perder el tiempo.
Cuando dice esa última frase se que va dirigida única y exclusivamente a mi.
La clase transcurre con normalidad por así decirlo. Mientrasmis compañeros de clases prestan atención a todo lo que el profe Santi explica yo me deleito detallando su escultural cuerpo. No se puede negar que está para chuparse los dedos, pero lo que más me encanta es la maravillosa vista que da al ponerse de espaldas mostrando ese hermoso culo que tiene «provoca darle unas cuantas nalgadas».
Instintivamente muerdo mi labio inferior y estoy tan concentrada que no me había dado cuenta de que me estaba hablando. Me sobresalto cuando se para justo frente a mí y eso hace que de un pequeño salto en mi silla.
Las risas no se hacen esperar y siento que soy el payaso de la clase.
—Quisiera que me cuenten el chiste, quisiera hacerles compañía. —dice con seriedad mientras cruza sus brazos a la altura de su pecho.
El aula queda en absoluto silencio y retoma la clase preguntando nuevamente lo que no había escuchado por estar sumergida en mis deseos. Por fortuna respondo a su pregunta, pero para ser más específica hizo que me levantara frente a mis compañeros de clases para explicar las técnicas que se emplean al momento de crear una obra.
La clase finaliza y todos empiezan a salir. Emma se acerca para empezar a molestarme con sus comentarios que no aportan nada productivo.
Soy la última en salir y no se si será para gracia o mi desgracia. Espero no cerrar el día con broche de oro.
—Un momento señorita…
—Amanda…, Amanda Taylor profesor.
—Señorita Taylor en vista de que domina a la perfección las técnicas que se emplean para elaborar una obra quería… —se queda en silencio analizando las siguientes palabras que saldrán de su boca—. Tengo un estudio en donde doy clases privadas y quería invitarla para enseñarle nuevas técnicas. Sé que tiene un gran potencial y quisiera ser yo quien pula ese diamante…







