James inspiró con fuerza, deseando poder estampar el cuerpo de Sean contra la pared y follarlo hasta rogar clemencia, recuperando así todo el tiempo perdido.
-¿Y bien? ¿Vas a entrar? -Interrumpiendo el apesadumbrado silencio.
Sean se quedó admirando el lugar, su respiración enloqueciendo a medida que los segundos transcurrían, y el pecho subiendo de manera furibunda, haciéndolo ver jadeante.
-¿Tú madre? -preguntó Sean.
-Ella no estará en casa, no te preocupes.
James estiró una sonrisilla por sus labios, encogiendo sus hombros y mirando de frente la preciosa presencia de su ahora pareja. Pareció modesto, pero cuando Sean creyó que él no diría nada a cambio, sintió las manos de él coger sus muñecas, y, los labios rosados chocar contra los suyos propios. Dejándolo fuera de sí.
-Será mejor que comencemos de una vez -James soltó, apenas despegándose unos centímetros, para luego fundirse en la boca contraria una nueva vez. Ojos cerrados y respiraciones agitadas. Aquello era lo que tanto hab