38. Unidos
Isabella
¡Hay por Dios! No puedo creer que aceptara, no puedo creer que yo use algo así y mucho menos, hablar de esta forma, pero se siente tan bien, eso de sentir el poder en tus manos es genial.
Y ahora si jefecito, prepárate para lo que viene. Llegamos a la habitación y le pido que se ponga de rodillas, el pequeño bozal que cubre sus labios le queda tan bien. Pero ha llegado la hora de ponerlos a trabajar.
El conjunto que me compré, es bello y muy accesible, fijamos qué no tiene bragas solo es el corsé, el ligero y las medias de red; así que antes de que regrese la cordura a mi, le retiro la joyería de la cara y bueno pues...
—¿Tiene hambre mi cachorrito? —acarició su barbilla y el asiente —pues come entonces.
Alzo mis manos y recargo mi espalda en la estructura de metal de su cama, bajo la vista y lo veo acercarse de rodillas a mi centro, clava su nariz entre mis pliegues y desliza su cálida lengua dentro de ellos.
Un gran jadeo abandona mis labios a su tacto, siento la barra en