VIOLA
—Lucas.
Seguía paralizada, tratando de asimilar la realidad que tenía ante mis ojos. Lucas no era solo un tipo engreído al que le gustaba hacerse pasar por una persona normal. Hasta entonces, solo sabía que era «alguien importante» con grandes exposiciones en las grandes ciudades, un nombre que aparecía a menudo en las revistas de arte.
Pero... la aguja, la rapidez con la que se movía, como si estuviera acostumbrado a enfrentarse a situaciones peligrosas.
Lo miré con una mezcla de sorpresa e incredulidad.
«Lucas... ¿quién eres en realidad?», le pregunté en un susurro, con la voz entrecortada.
Él se limitó a soltar una breve risita, como si la pregunta no tuviera importancia.
—Hablas demasiado —respondió, y luego me tomó de la mano.
—Lucas, explícame primero. ¡No te evadas!
—Vamos, tenemos que irnos antes de que aparezca el otro hombre.
Quería exigirle una respuesta, pero sus pasos eran tan rápidos que me arrastraron sin darme tiempo a discutir. Ni siquiera se volvió cuando yo