VIOLA

Unas semanas después de la exposición en Miami, mi vida cambió en silencio. No hubo grandes explosiones ni anuncios dramáticos, solo otro silencio. Como el mar después de una tormenta, todo parecía tranquilo, pero bajo la superficie había una nueva corriente que poco a poco me arrastraba hacia lo desconocido.

Las noticias sobre *Reunion* se difundieron rápidamente. Algunos medios de comunicación escribieron artículos cuyos títulos me hacían temblar al leerlos:

«La pintura que une dos mundos: amor, pérdida y paz en *Ocean of Silence*.»

Escribieron sobre cómo la pintura «sanaba el corazón colectivo», cuando en realidad la primera en sanar fui yo misma. Pero ellos no tenían por qué saberlo.

Lucas solía decir que parecía diferente desde aquella noche.

—Más ligera —me dijo una mañana, mientras estábamos sentados en una pequeña cafetería a orillas de la playa de Clearwater—.

Miré el café que tenía delante.

—Quizás porque dejé de luchar contra el pasado.

—¿Y empezaste a aceptarlo?

Asen