VIOLA

Florida me recibió con un sol que nunca dudó en mostrarse. El cielo era inmenso, infinitamente azul, y cada mañana parecía un nuevo comienzo, aunque sabía que había llegado aquí con mi pasado aún muy presente en mi corazón.

Sigo viviendo en una casa pequeña, pero esta vez es diferente. Las paredes son lisas, pintadas de blanco, pero la luz que entra por las grandes ventanas hace que la habitación parezca viva.

Y en una esquina de la habitación, un gran lienzo se apoya sobre patas de madera, rodeado de pinturas al óleo, pinceles y un vaso de café frío que casi siempre se olvida porque estoy demasiado inmersa en el color.

Lucas fue quien me ayudó a encontrar este lugar.

—Sé que no te gustan las multitudes —me dijo en ese momento—, pero necesitas un lugar con luz natural y aire limpio. Confía en mí, este será tu espacio.

Y tenía razón. Este lugar se convirtió en mi espacio, no solo para pintar, sino también para volver a respirar.

Las mañanas tempranas en Florida tienen su propia f