VIOLA
Lucas encendió el altavoz.
Desde el otro lado de la habitación se oía la voz de Darren, ligeramente sin aliento, como si acabara de recorrer una larga distancia.
—He encontrado algo.
El tono serio me dejó sin aliento. Miré a Lucas, esperando su reacción.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Lucas con calma, pero con frialdad, como si intentara evitar que me entrara el pánico.
—El niño... Kenny —respondió Darren en voz baja—, está sano. Está jugando con una niña llamada Evelyn. Parecen estar bien, no hay señales de peligro. El niño va al colegio, es bastante alegre y suele dibujar en el parque cerca de su casa.
Mi mano cubrió mi boca por reflejo. No sabía si quería llorar o reír. Los sentimientos llegaron todos a la vez: alivio, nostalgia y amargura mezclados.
Lucas me miró por un momento y luego volvió a su celular.
—Asegúrate de que no sepan que los están vigilando. Solo vigílalos desde una distancia segura.
—De acuerdo —respondió Darren—. Te enviaré un informe completo ahora mismo.