Valentino tocó la puerta del consultorio del doctor Quezada, su estómago ardía como si se estuviera incendiando, pronto tendría que visitar al gastroenterólogo. Si no se controlaba terminaría enfermando más y no podía darse ese lujo. Toco la puerta.
—Adelante — respondieron desde adentro del consultorio.
—Quezada, aquí estoy. —Dijo este mientras abría la puerta y se quedaba mirándolo.
—Adelante Valentino, pasa y toma asiento.
—Entrarán dos personas más conmigo, son mis abogados y no hago nada sin ellos.
—Está bien, pueden pasar.
—Chicos pasen — hablo Valentino mientras los hacía ingresar y procedía con las presentaciones de rigor. — Quezada, ellos son los esposos Rivas-Miller, pertenecen al departamento legal de mis empresas y mis asesores personales.
—Adelante —dijo este mientras tomaba asiento nuevamente.
—Entonces dime, que encontraste.
—¿Encontrar? — pregunto confundida Diana.
—Silencio Diana, solo escucha por favor —respondió Valentino de manera seria. —Empieza por favor Quezada.