—Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle? — pregunto Valentino seriamente.
—Vine a recoger a la señorita Mindy, me envía el primer ministro.
—¿El primer ministro? ¿Mindy?, disculpe, pero no sé de qué está hablando.
—Sabemos que usted recogió a la señorita Mindy, por orden del primer ministro, y como no puede venir directamente me envió a mí en su lugar.
—Lo siento, sigo sin entender, por otro lado, ni siquiera conozco al primer ministro y en caso lo conociera, ¿cómo confirmo que usted viene de parte de él?
—¿Se está negando a entregar a Mindy? — inquirió el sujeto molesto.
—La verdad es que no sé de qué hablas, vienes a mi oficina, de manera prepotente te diriges a mí y que quieres que te entregue a una supuesta persona que está en mi poder. Discúlpame, pero estas, loco. ¿Sabes siquiera quien soy yo? Retírate, o te haré sacar con seguridad, me estás haciendo perder el tiempo.
El tipo se irguió en todo su tamaño, dejando ver que le llevaba más de una cabeza de altura a Valentino, creyend