—¿Creí que te importaba tu novia? —habló Raquel al ver cómo Hugo está por irse. Y por no haber logrado su cometido.
Hugo se detiene al escuchar esa pregunta. Gira su rostro, mirándola por encima de su hombro.
—Claro que me importa.
—Entonces, ¿por qué no aceptas? No creo que ella se vaya a dar cuenta. Además, es un diminuto sacrificio que no creo que le importe —añadió Raquel, intentando convencerlo.
Hugo se voltea con rapidez, sintiéndose cabreado por lo que esa rubia está sugiriendo.
—Mira, Raquel, no sé cómo estés acostumbrada a compartir a tu prometido con otras mujeres. Pero yo no soy como ustedes; a mí no me gusta compartir ni nada, y no creas que por la situación en la que estoy me dejaré engañar por tus viles y bajas insinuaciones. Si quieres una cogida de una noche, creo que en la calle puedes encontrar lo que deseas. —dijo Hugo, desquitando su rabia. —Creí que me ayudarías de buena manera. Pero fui un tonto en venir sabiendo que desde que me viste, en lo único q