Javier sale de la oficina caminando por los corredores exuberantes y lujosos de su empresa. Dirigiéndose hacia la sala de reuniones donde sabe perfectamente bien que lo están esperando.
Al estar afuera, puede oír los murmullos en el interior. Sabe que estará entrando a un tanque de tiburones donde esa maldita prensa intentará comérselo vivo. Se arma de valor y abre la puerta del cuarto.
Al entrar se encuentra con varios de los de la prensa sentados con sus libretas negras donde tienen las preguntas que les harán. Y con varias cámaras apuntando al frente. Ahí está la esposa de Javier que está llorando con un pañuelo en la mano, limpiando las lágrimas que él sabe que son completamente falsas. Mientras que el señor Fausto mantiene un semblante serio y una mirada profunda.
Camina hacia su esposa y su padre. Tomando asiento en medio de ellos. Donde al instante que se sienta, su esposa se aferra a su brazo fingiendo que está llorando desconsoladamente.
—Podemos comenzar —habla Fa