Capítulo 4

Sonríe con victoria y sale del recibidor para fumadores hacia la salida siendo acompañada por Johan. Mientras tanto me vuelvo a sentar y veo a Mena encerrada en sus pensamientos, de seguro analizando la conversación que acabamos de tener la señora Horst y yo. 

—Creo que ya he acabado hoy, ¿verdad? —Pregunto al aire para interrumpir sus pensamientos. 

—Con todo lo que tiene que ver para la oficina, sí, ya termino. —Dice ella segura y sonríe —. Ahora joven amo, cámbiese el traje y diríjase a la biblioteca para que termine sus tareas. 

—Pobre de mí, no descanso ni un segundo. —Me lamento de forma falsa, haciendo que Mena sonría divertida a medida que caminamos a mi habitación en un cómodo silencio. 

Los pasillos de mi casa están llenos de artes porque a mi madre le encantaba pintar, y aunque nunca fue reconocida como artista, lo cierto es que tenía un talento extraordinario y cada recuadro que veo me hace sentir que está cerca de mí. Normalmente eso me hace sonreír, pero cuando paso frente a la puerta de la habitación principal que siempre estaba llena de las risas de mis padres, la tristeza de ya no tenerlos conmigo, me golpea. El saber que no me verán crecer, que no estarán a mi lado para aplaudir cada logro, hace que su ausencia se sienta más con cada día que pasa. 

—Ellos estarían orgullosos, Archer Miena. —Susurra Mena abrazándome a su pecho desde la espalda y dejando un beso sobre mi cabeza. 

Sonrío tranquilo gracias a su gesto, sintiendo en mi interior que estaré en una deuda eterna debido a su sacrificio de quedarse a mi lado cuando bien pudo haberse ido y hacer su propia vida. 

—Gracias Mena. —Susurro con suavidad y sujeto sus manos con suavidad para separarme y seguir caminando. 

De verdad que estoy agradecido con ella y Gio por quedarse a mi lado y ayudarme.

No sé como ellos convencieron a mis padres de ser mis tutores, pero tomaron la decisión correcta, no imagino a otras personas en el lugar de ellos. Puede que sus historias no sean una maravilla ni tengan los mejores antecedentes y curriculum. Mas a mi no me importa porque conmigo son incondicionales.

Continuo el camino a mi habitación para cambiarme, y eventualmente termino en la biblioteca para continuar con mis estudios.

**** 

Luego de una larga jornada de trabajo, Gio Lombardi vuelve a la mansión Miena. Lugar que considera su hogar desde el momento en el que conoció al CEO Imbatible. Lo cierto es que no está muy orgulloso de esa historia, pero si está muy agradecido por como pasaron las cosas.  

Todo había comenzado cuando se escapó del orfanato para ganarse la vida robando, apenas tenía quince años de edad. Su ingenio y creatividad no tenían rival, pues no importa cuantas veces las pruebas señalaban hacia su nombre, siempre se salía con la suya de una manera u otra. La suerte siempre estuvo de su parte, y cuando quiso llevarla al límite intentando dar un golpe en la mansión Miena, esta lo abandono por completo. Sus cómplices escaparon dejándolo a su suerte, y aunque tuvo la oportunidad de delatarlos, este prefirió ser leal y recibir el castigo solo.  

Fue esa lealtad la que atrapó al CEO Imbatible.  

No vio al niño que le había intentado robar, sino a un niño que creció antes de tiempo y aprendió a cuidar de los suyos. No se dejó llevar por su físico de vándalo, su mala cara o su postura de “nada de me importa”; simplemente vio potencial y decidió invertir en él. Claro que al principio las cosas no fueron color de rosas, como toda persona tenían sus roces debido a sus defectos, pero sin importar cuantas veces chocaran entre sí entendían que se necesitaban el uno al otro. 

Uno quería un talento nato bajo sus filas y el otro necesitaba un hogar. 

Claro que Gio en otros tiempos se hubiera negado por el hecho de que no confiaba en el CEO, pero este no solo le prometió un buen futuro a él, sino a esos compañeros a los que había sido tan leal. Las palabras exactas de CEO fueron: “Te abandonaron, pero tú no los traicionas. Entonces deben valer su peso en oro y a mí me interesa ganar oro”. El hecho de que todos sus amigos estuvieran en el trato, dándoles así la oportunidad de salir de esa vida, hizo que se oyera más tentador de lo que ya era. Decidió pensarlo, hablarlo con sus compañeros, y aunque varios le dijeron que estaba loco si aceptaba la oferta del CEO, decidieron aceptar la oportunidad. Y hasta el sol de hoy no se ha arrepentido de la decisión que tomó, tampoco sus amigos, todos dispuesto a cuidar al hijo del hombre que les salvó la vida y los sacó de lo peor que puede existir en la humanidad. 

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