Tuvieron tiempo de saltar, se colocaron sus protectores visuales y no había nada que pensar, los cuatro iban en el aire, abajo no se veía espacio para aterrizar, a esa altura parecía que los iba a recibir una tupida masa verde, se escuchó la explosión del helicóptero….
Mauricio y Reishel se veían, al principio Mauricio la llevaba debajo de él, pero la tenía que soltar…
—¿Estás listaaa?
—¡SI…!
Entonces el haló su cordón y la dejó explayarse, Reishel rebotó hacía un lado.
Por fin realiza su sueño de saltar, y sintió como si lo hubiera hecho toda la vida.
Carolina, estaba tranquila, tampoco era la primera vez que saltaba en paracaídas, y Stevens ni se diga, era el que más experiencia tenía.
Cayeron sobre las ramas de unas ceibas inmensas, golpes, rasguños, rebotes, y tumbos y tumbos y más tumbos, los paracaídas hicieron carpas sobre ellos.
Todos estaban aporreados, a pesar de los brincos trataban de abrazar alguna rama,y aferrados por fin, dieron gracias a Dios, porque estaban vivos