Tarde en la noche llamé a Nicolás, seguro de que ya estaba en casa de la universidad.
- Hola... - Dijo respondiendo diferente a como me respondía a mí.
- ¿Por qué les dijiste?
- Porque era lo correcto. Y no lo harías.
- Lo siento si no soy perfecto como tú. – me burlé.
- Nunca dije que lo fuera... Fuiste tú quien lo inventó.
- ¿Crees que tenías razón, Nicolás? Es mi vida.
- Pensé que compartiríamos tanto nuestros problemas como nuestras alegrías. Pero aparentemente no eres lo suficientemente maduro para eso.
- He oído hablar de "inmadurez" todo el día. Así que ahórrame tus “piropos”. Hipócrita, falso, vengativo, engreído...
- E inmaduro. – completó.
- Nicolás, ¿por qué no quieres entender lo que realmente está pasando? es mi padre...
- Tu familia... Lo sé. Otto y su madre no significan nada. Si supieras todo lo que tienes y no valoras... Pero en fin, son "tus" elecciones y ni yo ni nadie más tiene nada que ver.
- Y sin embargo trataste de intervenir y hacerme daño, le dijo a mi madre.