- Lo siento, no pude traer todas mis cosas. – dije, sentándome en el asiento que me asignaron en el avión.
Tom se sentó a mi lado:
- Todo lo compras ahí, gatita.
- ¿Y si nos quedamos más tiempo del que esperamos?
- Usted compra aún más. - Él sonrió.
- Estofado.
Apoyé la cabeza en su hombro:
- Tom, ¿me prometes que no me dejarás sola allí tan pronto como lleguemos?
- Promesa.
- Quiero conocer gente primero. Sabes que odio estar solo.
- Inicialmente nos quedaremos en casa de mi pareja. Hizo un punto.
- Qué hombre tan amable. - Observé.
- Viviremos en la Villa, como la llaman. Es donde viven los empleados. Incluso sugerí hospedarme en una habitación del mismo resort o en una más sencilla. Pero dijo que quiere que nos sintamos bienvenidos y felices. Me gusta él.
- ¿Ya conocías a este hombre antes de cerrar el trato?
- No... Nadie lo conoce muy bien. Odia aparecer en los medios.
- Creo que es inteligente. Hoy en día todo es tan peligroso. También deberías tener más cuidado.
- Quiero que te