Lara
Observo el vasto violeta difuminado en azul claro y rosado, con nubes tan esponjosas como el algodón.
Aves exóticas, nunca vistas en el territorio licántropo, con colores extraños y figuras que jamás habría imaginado, vuelan. Algunas cantan melodías hermosas; otras simplemente disfrutan batir las alas en el cielo.
El aire aquí es tan puro, tan agradable, que me siento tranquila y en paz, como si este lugar también fuera parte de mí y yo parte de él.
Entro a la casita de madera, rodeada de plantas y flores con luces naturales, y le sonrío a Lila, quien flota alrededor mientras pone algunos platos sobre una mesa redonda que se encuentra en medio de la cocina.
—Vamos, prueba estos huevos, son los mejores de Faesya —me ofrece Lila mientras extiende un plato hacia mí.
—Ah, ustedes me harán engordar más de la cuenta —me quejo—. Ya mucho tengo con el embarazo y esta barriguita que está creciendo cada día más, y ahora se le suman todas sus comidas. ¿Acaso no puedo visitarlos sin que teng