Hoy, como todas las mañanas desde que soy abogada hace 5 años, me levanto temprano para poder iniciar mi rutina de 5 pasos: hago yoga mientras amanece, luego enciendo mi cafetera para consumir mi primer shot del día, enseguida prendo mi tv para mirar los titulares de los medios de comunicación tanto de mi país como del mundo, sigo con mi desayuno lleno de proteínas y culmino mi rutina con un baño relajante.
Para hoy, decidí ponerme un traje tipo smoking de color blanco, camisola en encaje y unos tacones aguja de 10 centímetros en color piel junto con mi maletín desbordado de expedientes judiciales que tengo en proceso.
Me llamo Julietta Pedraza, tengo 28 años y mi mundo está por girar 180° en todo sentido gracias a mi nuevo jefe.
Llego a la oficina y mi amiga y colega María me comenta que hoy llega el nuevo jefe y solicitó que todo el equipo legal estuviera en la sala de reuniones para ponerlo al día respecto de los juicios en proceso y los casos que serán asignados a la brevedad.
Caminamos las dos, mientras nos ponemos al día de nuestras vidas, bueno, mi vida es totalmente monótona, no hay mucha diversión que se diga, salvo cuando me peleo con algún abogado en los juzgados, vivo y respiro por mi profesión.
Las puertas se abren justo cuando estábamos enfrascadas en una conversación de pacotilla, lo primero que me deja sin palabras es la voz del hombre que se aparece frente a nosotras, es gruesa y con un tono de autoridad impresionante. ¿Es real o es mi imaginación y las pocas horas de sueño que he dormido?
- Buenos días a todos, soy Ignacio De Alessandro, el nuevo jefe de este bufete de abogados.
Es increíble, pensé que me había vuelto inmune a los hombres después de tantos años de estudio y noches sin dormir soñando despierta en encontrar al hombre ideal. Y cuando ya me había dado por vencida aparece.
- Amiga, si sigues mirándolo tan fijo se va a dar cuenta que algo pasa. Yo sólo viéndolo me di cuenta de que iba a ser tu perdición.
- Disculpen, ¿cómo se llaman? ¿tienen algo que aportar a esta reunión? Porque estoy observando que no han dejado de hablar desde que entré. Tal vez, tienen alguna duda que quieran compartir con todo el grupo.
- Disculpe señor es que estábamos actualizando la información sobre un caso de extrema complejidad con María. No quisimos faltarle el respeto.
- Sí, tal cual lo dijo Julietta. Ni más faltaba.
- ¿Cuál es el trabajo de ustedes aquí? ¿Son administrativas, secretarias o qué? Porque yo he llamado sólo al equipo legal a esta reunión.
Su actitud tan soberbia fue como una incitación a la respuesta que me vino a la mente, mi cabeza decía que tenía que ponerlo en vereda a este hombre así como lo hago en los juzgados con los demás abogados que piensan que por tener una buena estética, ser rubia y vestirte bien no puedo ser considerada una igual. En ese momento no me importó que fuese mi nuevo jefe ni que me sintiera atraída hacia él.
Fue un silencio grupal cuando me paré frente a todos mis compañeros y me puse a su mismo nivel. Seguro que alguno ya estaba comenzando la apuesta de cual sería la reacción de nuestro jefe y si procedería a desvincularme del bufete.
- Señor, no soy ni una cosa ni la otra, tengo 28 años y soy abogada penalista, tengo un máster en criminología y un doctorado en ciencias forenses, por lo tanto estoy en la reunión correcta.
Su cara cuando lo enfrenté fue como la de un dibujo animado cuando quedan blancos y no saben que decir, me senté esperando su disculpa y cruzándome de piernas frente a él.
- Ahora el que tiene que disculparse soy yo.
- Por mi no se preocupe, cada vez que voy a tribunales me piden el documento de identidad para ver si falsifique mi carné profesional, así que estoy acostumbrada a que la gente crea que soy administrativa o como algunos me han dicho, una simple secretaria. Por cierto, soy María. Y ella es Julietta.
- Horrible, igual mis disculpas a las dos.
Pasaron dos horas en las cuales, cada uno de nosotros le comenta los casos que está manejando a Ignacio y los pasos a seguir de cada uno. No se me ha pasado ninguna de sus miradas hacia donde yo estoy sentada. Su mirada me intriga, porque es profunda y me hace sentir cosas que no pensé experimentar. Me debo comportar porque desde hoy es mi jefe.
- Bueno creo que podemos dar por culminada la reunión de presentación.
Todos afirman y comienzan a irse de la sala.
- Julietta, antes de que continues con tu caso, necesito verte en mi oficina.
- Bueno, enseguida lo alcanzo.