Bueno, ya no era humana. Aún, al no salir la luna llena no tenía efectos en mí. Sin embargo, cada día habían cosas que no reconocía de mi cuerpo. Tenía velocidad y fuerza, mi madre se sorprendía.
Además me mencionaba a menudo:
—¿Cómo es que tienes fuerza sino vas al gimnacio?
Así que para evitar sospechas, me había anotado en un gimnacio. Ya habían pasado tres días desde mi cumpleaños. Me encontraba temblorosa, frente al profesor. Me observó y me envió a calentar las piernas.
Comencé a hacer bicicleta, colocándome unos auriculares. Al menos habían dos personas más junto a mí. Pero solamente nos saludamos. Luego se bajaban, yo debía estar veinte minutos calentando el cuerpo.
Cuando finalmente terminé, me bajé. Me enviaron a una maquina para ejercitar los musculos de la espalda, cuando estaba por sentarme, una chica se me adelantó. Se sentó con su teléfono y hablaba sin parar.
—perdón… —comenté y ella me ignoró. Rodé los ojos, siguió hablando unos minutos hacia sus “seguidores”, sin uti