Doce

—Tiene razón, es usted el que la vive, el que sabe si le gusta o no —respondió Violet y volvió a jugar con su pequeña.

Ignacio continuaba conduciendo, tratando de ignorar a las mujercitas como decidió llamar al par que tenía claro habían llegado a sacudir su vida cuál huracán. Trataba de concentrarse e ignorar a la mujer enseñando vocabulario a la pequeña acostada aún en sus piernas.

Suspiró y decidió conducir, echando una ojeada de vez en cuando.

A Violet le había llamado mucho la atención Ignacio, pero había decidido mantener una relación laboral y amistosa por su hija, era un hombre comprometido y respetaba eso.

—Hemos llegado —dijo finalmente Ignacio, al tiempo que bajó para abrir la puerta del auto.

Violet pudo observar como llegó Lana y acompañantes.

Ordenó a los hombres podían retirarse, Lana subió las cosas de Salomé y era seguido por ellos, Salomé parecía tener sueño.

Ignacio la llevó con él, seguía a las mujeres.

—Iré a mi habitación, si me necesita no dude en llamar, los de
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