Cuarenta y cinco

Ella sonrió.

—Tal vez podamos, pondré unas almohadas, usted dormirá de un lado, yo del otro.

Él asintió, se quitó los zapatos y se incorporó del lado derecho de la cama.

Violet se metió al baño, retiró su maquillaje, usó una pijama de pantalón largo, camisa, se metió al lado libre.

—Bonita madrugada Ignacio.

—Dulces sueños, Violet.

Ignacio había cerrado los ojos, intentaba dormir, pero no conseguía hacerlo, pensativo, se giraba de un lado a otro.

Violet tampoco había podido dormir, pero permanecía en su lugar. Ignacio se giró de lado y se quedó mirando la espalda de Violet.

Se acercó un poco y pudo sentir el aroma de su cabello. Violet escuchaba su respiración, cerró sus ojos con fuerza y el sonido de la lluvia logró dormirla.

Ignacio seguía despierto, se levantó siendo un poco más de las 1 de la madrugada, miró a Salomé, quiso marcharse, se acercó y miró a Violet con la poca luz que la lámpara al lado de la cuna de Salomé daba a la habitación.

«Carajos, tengo ganas de todo, menos de
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