—A algún lugar del mundo— respondió con serenidad —algunas veces llegué a creer que podría ser un alma libre viajando a dónde quiera que se me ocurriera o mi hermana me arrastrara— suspiró —pero mírame ahora, no he tenido pareja y tengo un niño que reclama toda mi atención. ¿Cuándo me metí en algo así?— cuestionó elevando las palmas de sus manos. Thoma elevó sus hombros a manera de respuesta.
—No sé aún de qué manera exacta, pero… se te agradece— sonrió envolviendo a Adele en un cálido abrazo.
—Ya, invades mi espacio personal— se quejó Adele infantilmente, intentando alejarse del agarre del mayor. El rubio lejos de dar por terminado el asfixiante abra