Estaba parada frente a su horno y lloró por lo rápido que su amistad con Edmond se estaba convirtiendo en algo inexistente. Todo porque ella estaba tratando de ayudarle y de demostrarle que la vida no en contra suya. ¡Qué ironía!
Una llamada en la puerta interrumpió su momento de desesperación y Belinda rápidamente secó sus lágrimas antes de abrir la puerta.
—Anthony olvidó su tartera,— dijo Edmond frente a ella.
No queriendo que él viera que había estado llorando, Belinda mantuvo con los ojos bajos, mientras asintió y se retiró a la sala de estar, donde encontró la tartera de Superman de Anthony en el sofá.
—Aquí tienes,— dijo suavemente mientras le ofrecía el artículo a Edmond.
Él dudó al aceptarla y Belinda le miró para verle observándola con curiosidad. Pero cuando los ojos verdes se encontraron con los marrones, los muros que había creado Edmond volvieron a alzarse.
—Anthony está en el coche así que… te veo mañana.—
Belinda antes de cerrar la puerta tras la figura que se marchaba