La fachada de la secundaria «Siempre verde» apenas había cambiado con los años. Había rejas por fuera de las ventanas y menos árboles a su alrededor, pero la seguridad seguía siendo un asco.
Sheily se coló diciendo que era la hermana de uno de los niños que se preparaba para el desfile en el interior y recorrió los pasillos por los que anduvo tantos años. Avanzaba entre las tinieblas, buscando la luz.
Atardecía ya y ella se enfiló hacia la zona de las canchas, vacía porque todos estaban pendientes del festival. Habían pasado once años, pero recordaba a la perfección el lugar exacto sobre la tierra arcillosa, el lugar donde el espíritu de Alan se había quebrado. Allí se arrodilló y adoptó la postura de sumisión que mantenía en la iglesia, con el espíritu igual de quebrado.
Cerró los ojos, dejó el ramo de flores sobre sus piernas y juntó las palmas a la altura del pecho.
*Alan, sin más que perder, se puso la máscara y todo se vio distinto tras ella. Tenía solo a Sheily en su recor