Conteniendo el aliento, y sin hacer ningún ruido que delatara su presencia, Estefanía seguía oyendo la conversación de su jefe y Mateo.
Qué mal empezaba a caerle Mateo.
—No, no lo entiendo —declaró Johannes, con tono enérgico. Estaba molesto por la situación que le planteaba su socio y eso hizo respirar a Estefanía.
Su jefe podía ser un degenerado, pero en el fondo era buena persona y la defendería del insidioso Mateo, superficial y patán. Si la viera en su vestido nuevo se tragaría todas sus palabras.
—Es una cena organizada por una farmacéutica. Venden medicamentos y tú eres su socio, que además implementará una serie de transformaciones que le darán un impulso al negocio. Debe parecer que sabes algo del tema —inquirió Mateo.
—Sé de negocios, y todos los negocios funcionan igual, ya sea que se vendan celulares o píldoras. ¿Qué tiene que ver eso con Estefanía? Es hábil y bastante capacitada. Le di dinero para que se vistiera bien, ¿qué tiene de malo su apariencia?
Estefanía sonreía