Nick vio las noticias en silencio absoluto. Michaela había visto muchas expresiones en su rostro—furia, vulnerabilidad, deseo—pero nunca había visto esto. Esta calma fría que era más aterradora que cualquier explosión.
Cuando el segmento terminó, apagó la TV con un clic deliberado.
—Esto fue mi padre.
—¿Qué?
—Las fotos. El timing. La entrevista de Anna perfectamente coordinada. —Nick se levantó, caminando hacia la ventana con movimientos medidos—. Mi padre orquestó todo esto.
—Nick, no puedes saber...
—¿Las fotos de París? Alguien nos seguía. Alguien con acceso a lugares donde normalmente no habría paparazzi. —Se volvió—. ¿La gala de los Rossini? Evento privado. ¿Mi penthouse? Edificio con seguridad de alto nivel. Quien hizo esto tenía recursos y motivación.
—Pero ¿por qué? ¿Para qué?
—Para forzarme a elegir. Entre tú y la empresa. —Sus manos se cerraron en puños—. Y para asegurarse de que sin importar qué elija, pierda algo.
El teléfono de Nick comenzó a sonar. Y sonar. Y sonar. Despu