Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl jet privado ascendía en un silencio presurizado, una aguja de plata atravesando un mar de nubes iluminado por la luna. Abajo, el Lago de Como era una mancha de tinta oscura salpicada de luces parpadeantes, las sirenas moribundas de una galaxia lejana. El caos, la violencia, la guerra... todo pertenecía a otro mundo, a otra vida que se sentía a un millón de kilómetros por debajo de ellos.
Aquí, a diez mil metros de altura, solo había silencio. Un silencio pesado, lleno del eco de las decisiones tomadas, de los imperios ardiendo, de un mundo quemado hasta los cimientos.
Alessandro estaba sentado frente a ella, sus ojos cerrados, pero Isabela sabía que no dormía. La tensión en su mandíbula, la forma en que sus manos descansaban, no relajadas, sino inmóviles sobre los reposabrazos de cuero, delataban al hombre que seguía en guerra, aunque fuera solo contra los fantasmas de su prop







