Felipe, que parece sorprendido, intenta parecer tranquilo, y se aleja de forma disimulada de Lana.
—Sostenía a la señora. Parece que tuvo un resbalón cuando bajaba las escaleras. No sé qué le pasa, pero no puede dejar de llorar. Quizas está asustada.
—¿Señora, está bien? —Se acerca la señora Shallow que mira con recelo a Felipe, que se aparta para dejar que ella sea quien sostenga a Lana.
—Armando, ya puede retirarse. Y espero, al igual que todos los empleados de esta casa, tenga prudencia.
—Sí. —Afirma, pero no se va del lugar, pues está muy preocupado por Lana.
—¿Qué pasa señora? ¿Por qué llora así?
—¡Ca-Callum! —Gimotea el nombre de su esposo. —¿Por qué me odia tanto? Es tan injusto… —Se aferra a la señora Shallow, y al abrazarla, por primera vez se da cuenta de la presencia de Felipe, que hasta hace un momento no había notado, aunque él fue el primero en salir a consolarla.
Rápidamente, se aparta de la señora Shallow y limpia sus lágrimas, sin dejar de observar a