Callum que salía de una reunión, recibía en su oficina al abogado de su madre, quien últimamente lo visitaba con frecuencia para cumplir las cláusulas del testamento de la mujer, que como era evidente dejaría todo en manos de su hijo. Sin embargo, esta vez había venido sin avisar y parecía un poco nervioso.
—Señor O’Sullivan…
—¡Walter, ya déjate de formalidades, me conoces desde niño!
—Lo siento, la costumbre. ¿Estás muy ocupado? Lamento haber venido sin avisar, pero créeme que es importante.
—Tranquilo, siempre tengo tiempo para ti. Toma asiento. —Le señala una silla, y ambos parecen esperar por unos segundos a que alguno de los dos tome la palabra nuevamente.
—¿Pasa algo? Te noto nervioso.
Callum observa su teléfono que había dejado en el escritorio de la oficina cargando. Lo enciende, y se dirige nuevamente a Walter.
—Hay algo… —Dice titubeante, mientras saca de su portafolio un sobre de Manila.
—¿Qué es?
—El reporte inicial de la autopsia.
—¿Autopsia? ¿R