Silencio. Tensión. Algo oscuro pasó por el rostro de Vincent… hasta que rodó los ojos y suspiró con fastidio.
—¿En serio? —bufó—. Joder, sabía que volvería a meter sus narices.
Antes de que pudiera decir algo más, un hombre entró con una gran sonrisa en el rostro, vestido con un traje demasiado colorido para la ocasión y con una expresión de total despreocupación.
—¡Vinny, hermano del alma! ¡Hermanito del crimen y la mala vida! —exclamó el recién llegado, abriendo los brazos como si esperara un abrazo.
Vincent se llevó una mano a la cara, negando con la cabeza.
—Dios… maldito seas, Marco —murmuró.
Yo pestañeé, confundida. ¿Este era el infame hermano del que hablaban con tanto misterio?
Marco se giró hacia mí y sonrió de manera exagerada.
—Y tú debes ser la damisela en apuros —dijo, con una reverencia ridícula—. Mucho gusto, soy Marco, el hermano guapo, inteligente y claramente el favorito de la familia.
Me quedé mirándolo por un segundo antes de responder:
—Si tú eres el favorito… la