Marie Moreau
En compañía de sus amigos, Marie se obligó a festejar su noche y dejar tristezas, anhelos y sinsabores para el mañana; filosofía que aplicaba desde la muerte inesperada de su padre y que le ayudaba a seguir con el día a día.
La fiesta de cumpleaños estaba resultando, todavía no era ni medianoche y la festejada ya no podía dar paso por el dolor de pies de tanto bailar y sospechaba que también se había pasado de con el trago porque ya empezaba a sentir los estragos se tambaleaba un poco al caminar y no podía dejar de reír como una tonta
Mateo por su parte no podía decir lo mismo, Sofia no se le despegaba ¡ni para ir al baño! y la imagen de la feliz Marie, de brazo en brazo, era una tortura para él.
Se veía sensual, provocativa con esa pierna dorada, que lo estaba volviendo loco y moría por las ganas de tocar, de atrevido escote, que mostraba más de lo que él le hubiera permitido de sus turgentes senos, hombros y brazos; un pecado envuelto en seda dorada
. La blanca piel, su