El desayuno transcurría con una tensión apenas contenida. Clara había bajado tarde, después de pasar la mañana intentando borrar de su mente los restos del sueño que la atormentaba. Cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de Victor sobre el suyo, sentía el eco fantasma de sus manos, escuchaba su propia voz gritando su nombre.
Sophia se había negado a separarse de ella, siguiéndola como una sombra silenciosa, sus ojos azules grandes observando a Clara con una preocupación que iba más allá de sus años. Ahora, sentadas en la mesa del desayuno, la niña apenas tocaba su comida, su mano buscando constantemente la de Clara bajo el mantel.
Adrian estaba en la cabecera, con expresión sombría mientras revisaba correspondencia. No había levantado la vista cuando Clara entró, pero ella había sentido la tensión en sus hombros, la forma en que sus dedos se cerraban con demasiada fuerza alrededor de la taza de café.
Victor estaba frente a ella, y cada vez que Clara cometía el error de mirarlo, e