16. Hoy soy toda tuya
Garrett abrió la puerta de su apartamento, el silencio y el desorden le dieron la bienvenida a casa. Apretó los labios y se giró para ver a Livia.
—Lamento, esto —musitó, tragando saliva. Cuando Livia lo acompañó del hospital a su edificio, no creyó que ella subiría con él. De haber sabido sus intenciones, ¿qué? Daba igual, no hubiera podido hacer nada. No era como si pudiera llamar a Nova y pedirle que le hiciera favor de ordenar su desastroso apartamento.
—No te preocupes —susurró Livia, observando el lugar. Le quedaba algo muy claro. Garrett vivía solo y, de alguna manera, el desorden era mejor que encontrar un lugar pulcro y con toques que solo una mujer puede darle a un hogar.
Esto quería decir que, Garrett no tenía a nadie en su vida y saberlo solo hizo que sus esperanzas crecieran. Casi se sentía capaz de volar de la emoción.
—Siéntate, te traeré un poco de agua —dijo Livia, empujando a Garrett hacia el sillón.
—No hace falta, Liv.
—Haz lo que te pido —le