Amaneció y Adhara no encontró a Antonio.
Bajó del árbol y Antonio salió entremedio de las plantas y dijo -buenos días, ¿tomamos desayuno? - mostrándole unas frutas que había encontrado y indicando una pequeña fogata donde estaba calentando agua.
-Perfecto haré unos panes para colocar a cocinar-
-Panes, ¡¡qué exquisito!!-
Adhara sonrió, hace tiempo que no conversaba con alguien y además hacer fuego era unas cosas que le costaba mucho, pero a Antonio se le daba muy bien.
Pasaron los días y los dos se apoyaban en las tareas. Antonio cazaba, pescaba y recolectaba leña, mientras que Adhara cocinaba y hacía recipientes con barro, como contenedores de agua.
Un día Antonio estaba cazando cuando escucho voces, inmediatamente trepó un árbol y trató de esconderse lo más posible. Desde lo alto vió a dos guerreros, eran de la tribu Thulke, parecían estar explorando el lugar. Asustado pensó que podían encontrar a Adhara. Los hombres siguieron caminando hasta perderse.
Volvió Antonio corriendo don