—¡Anselmo! —llama a su mayordomo y le pide su plumilla para darle pronta respuesta a la reina.
—¡Dígame mi Lord!
—Tráeme mi pluma y papel para darle una respuesta a la reina y al rey de España.
Felipe se sienta y comienza a escribir aquella emotiva carta para la reina Emma.
“Querida Reina Emma,
En la quietud de la noche, tus palabras han llegado a mí como un susurro suave y penetrante, abriendo las compuertas de un torrente de emociones que yacían latentes en lo más profundo de mi ser. Tu confesión de sentimientos sinceros y puros ha tocado la fibra más íntima de mi corazón y ha despertado en mí una tempestad de pensamientos y reflexiones que claman por ser compartidos contigo.
En la corte, donde las máscaras y las formalidades ocultan a menudo la verdad de nuestros corazones, tus palabras han sido como un rayo de luz en la oscuridad, revelando la autenticidad y la nobleza que habitan en tu ser. Tu valentía para expresar tus sentimientos con tanta belleza y sinceridad es un re