Hijo, dice Esteban con la voz quebrada, en un susurro, por temor a que no quiera verlo, que se levante, se vaya y vuelva a perderlo.
- Papá - él se levanta, al verlo tan triste y abatido, siente un dolor en el pecho y se lanza a sus brazos.
- Renato, cuánto te extrañe, hijo, cuánta falta me hiciste, mi amor - no podía parar de llorar, de abrazarlo, de decirle cuánto lo extraño.
Lo mira y no puede creer que esté ahí, cuando notan que Soledad se quiere levantar, Kimey va a ayudarla, Renato lo nota, ambos se acercan a ayudarla - Deja que yo me ocupe - él la ayuda despacio, Kimey se hace a un lado.
Esteban se acerca a abrazarla - ¿Estás bien, te sientes bien? Mírame - él está muy preocupado, pero cuando la mira ya nota en su mirada que está feliz, incluso está haciendo más esfuerzos por hablar y moverse. Despacio, tranquila, vamos que vos podes.
- Estoy feliz - dice con mucho esfuerzo.
Esteban le acaricia la mejilla limpiando las lágrimas - Pero no llores, que te puede hacer mal.
- Esteba