Lentamente, se fueron sumando sus abuelos y sus tíos a ese reencuentro.
Todos estaban muy preocupados por Aitiana, pero ella ya dejó atrás esa enfermedad. Tenía el remedio a todos los males, tenía a su hijo en sus brazos, eso era suficiente para estar feliz y en calma.
Así estuvieron todo el día, unidos no solo físicamente, sino emocionalmente. Ambos necesitaban el amor del otro, crearon esa conexión no solo por el lazo de la sangre, sino la unión del amor, del cariño, ese vínculo que se fortificó en sus abrazos, con los mimos, los besos y el afecto.
- Mi amor, yo debo irme, pero están todos aquí para ayudarte.
- ¿A dónde vas, papá?
- Tengo que ir por unos documentos, mi amor, por tus papeles.
- Vamos, amigo, yo te acompaño - Giovanni lo siguió y fueron al juzgado a buscar toda la documentación para por fin registrar a Ulises, como su hijo legítimo y tener sus documentos.
Renato tuvo un detalle muy tierno con Aitiana, en el registro llamándolo Ulises Ignacio Dupont Lancaster y cuando