Aitiana, seguía sin hablar, pérdida en su mundo, estaba sumergida en su gran pena y dolor.
Un día su psicólogo, al enterarse que ella dibujaba, durante la sesión de terapia, dejó una hoja y un lápiz enfrente de ella.
Espero hasta que Aitiana por fin tomo el lápiz y comenzó a dibujar, era un dibujo que decía muchas cosas, en él había una joven tratando de tomar algo que le arrebataban de sus brazos, era claramente el momento en que perdió a su hijo y ella sintió que se lo arrancaron de sus brazos y quien se lo llevaba era un ser oscuro, negro.
Horacio y Esteban se sorprenden del dibujo, pero con la explicación del psicólogo lo entendieron.
Era el retrato de la muerte llevándose a su bebé y la joven llorando; claramente era ella, con todo el dolor que siente.
Luego le llevan los elementos necesarios para que ella pueda pintar y ver si así logran poder llegar a ella y ayudarla.
Todas las tardes estaba en el parque pintando sus obras, pero un día recibí una visita muy especial. Soledad ib