Al día siguiente, Aitiana se despierta al mediodía, como todos los días, siempre fue de buen dormir, pero ahora su embarazo le da mucho sueño y le produce cansancio.
Luego de su nutrido desayuno, se va a su habitación, toma su celular y llama a su madrina.
Soledad, al escuchar sonar su teléfono, mira y al reconocer quien la llama, decide salir al pasillo para responder.
- Hola, madrina, ¿cómo estás?
- Hola, mi amor, ¡qué alegría oírte! ¿Cómo estás? ¿Cómo se sienten?
- Bien, por suerte estamos muy bien.
- ¿Ustedes, ¿cómo están?
- Bien, también por suerte todo tranquilo - Soledad no quiso preocupar, igual Renato cada día va evolucionando mejor.
- ¿Sabes, mi amor, me gustaría invitarte a pasar un día con nosotros? ¿Qué te parece la idea?
- Sí, me encantaría.
Soledad disfruta pensando que logró su objetivo.
- Pero por ahora no puedo ser madrina.
- Porque mi amor no puedes, ¿qué pasa?
- Es por eso que te llamo, es para invitarte a mi boda.
- Bueno, eso también es algo de lo que quiero qu