66. Alianzas Peligrosas
Verónica dio un paso hacia él, y antes de pensarlo más, lo besó. Fue un beso suave, lleno de dudas al principio, pero que pronto se transformó en certeza. Un beso que sabía a promesa, a esperanza, a comienzo.
Cuando se separaron, ambos miraron al cielo. Las linternas seguían elevándose, y por un instante, parecían estar dentro de un sueño suspendido en el tiempo.
—Supongo que el universo nos escuchó —susurró ella con una sonrisa.
Christian la abrazó desde atrás, apoyando su barbilla sobre su hombro.
—No fue el universo —dijo con voz baja —Fuiste tú.
Y allí, bajo el brillo de cientos de luces flotantes, dos historias diferentes encontraron el mismo destino, dejar de fingir y rendirse a lo que sus corazones ya habían decidido tiempo atrás.
Mientras tanto, muy lejos de allí, Eryx y Shaya dormían juntos, por segunda vez sin secretos ni máscaras, con la certeza de que, después de tanto dolor, el amor había llegado no como un huracán, sino como una calma necesaria.
El pasado aún respiraba