Miraba la camilla en la que estaba Roberto tumbado sin expresión ninguna. Nos habían dejado pasar a verle pero estaba dormido. Tenía heridas por la cara, el labio lo tenía partido y la ceja derecha muy hinchada, un brazo lo tenía escayolado.
Respiraba con algo de dificultad y eso me ponía muy nerviosa.
Vi entrar a Damián.
Se quedó mirando la camilla igual que yo.
-Es mi culpa -susurré.
Damián se quedó en silencio.
-Él no debió coger el coche estando en el estado que estaba -se acercó a mi Damián.
-Pero yo le hice estar en ese estado.
-No es tu culpa, las personas discuten.
-Tienes razón -lo miré.
-¿En qué?
-En qué debería darle una segunda oportunidad.
-¿Es por qué lo estás viendo medio muerto?
Lo miré a los ojos y negué. Me acerqué a