Roberto.
La mirada de Masen estaba perdida en un punto del salón. Veía sus ojos llorosos y apretaba los puños con mucha fuerza. Yo me rascaba el brazo con nerviosismo, desviaba la mirada de Masen hacia la puerta.
Dejé de andar de un lado para otro y me senté a su lado.
—¿Qué sientes? —Fue lo primero que pregunté.
—Rabia —respondió con la voz quebrada.
—¿Qué más?
—Asco, decepción, son muchos sentimientos.
Levantó la mirada y sus ojos chocaron con los míos haciendo que el nerviosismo creciera en mí, los desvié rápido y resoplé.
—¿Qué quieres hacer?
—Acabar con ellos también —habló fría.
—Debes pensar bien las cosas Masen, ellos están ayudando a Damián.
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